Para muchos esquiadores altamente experimentados, la pirámide dentada de la cara este del Matterhorn está en la lista de deseos de descensos soñados.
Fue esquiada por primera vez en 1975 por el esquiador de montaña italiano Toni Valeruz, y parece una propuesta imposible cuando se ve desde abajo.
Las condiciones tienen que ser perfectas para siquiera considerar abordarla. Su inclinación, que en algunas partes alcanza los 60 grados, no es el único desafío. El sol y el viento fuerte pueden eliminar la cobertura de nieve en cuestión de horas, dejando al descubierto rocas negras mortales.
Pueden pasar años entre descensos, pero la primavera tardía suele ser el mejor momento para intentarlo. Según la aplicación de navegación de montaña Fatmap, la ruta sigue “una serie de bandas interconectadas de parches de nieve, trazando una ruta astuta a través de la